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Mostrando entradas de enero, 2006

Frío

Un interminable pitido desintegra repentinamente ese silencio senil que caracteriza al Metro de Madrid por la noche. Relajante para unos, estresante para otros... Ensordecedor. No hay nadie en la estación. El tren para y del segundo vagón desciende un hombre de unos cuarenta años, alto, pelo moreno y corto. Viste un traje oscuro y sostiene en su brazo izquierdo una gabardina de color claro. Nadie más se apea de aquel tren, porque nadie más, a excepción del conductor, viaja en él. El hombre comienza a caminar hacia la salida; mientras se pone la gabardina, observa cómo se cierran las puertas del tren. Un breve chasquido y el metro se va claqueteando rumbo a la siguiente estación. De pronto la danza torna en bulería cuando una chica irrumpe rápidamente en la estación. "¡Me cago en la puta!", exclama. Mira con enfado al hombre, que en ese momento se cruza con ella y comienza a subir la escalera que lleva a la calle. "¡20 minutos!", musita la joven, airada. Y de nuevo a