Así de rebosante se muestra esta mañana la trasera de mi casa en Cuatro Caminos. En la escena reina un solemne silencio roto esporádicamente y sin estrépito por la puesta en marcha de los propios vehículos. Ahí duermen, vacíos, mientras miles de madrileños los esperan en cientos de paradas dispersadas por toda la ciudad. ¡Son ya las doce de la mañana! ¡Despertad!