a vista de mono

Siento pena por quienes odian la Navidad, y también por quienes la convierten en un negocio, y por quienes caen en él como moscas en la miel, por placer o por aplacar su débil conciencia materialista. También siento pena por quienes no ven más allá (más atrás en el tiempo) de la celebración cristiana... Sí, más allá: La Navidad, despojada de la tradición materialista y la cristiana (ambas a menudo de la mano), recobra su verdadero sentido original, de celebración del solsticio de invierno (otra fiesta "pagana" más solapada en su momento por el Cristianismo).  Los dioses del Sol de antiguas culturas y tradiciones paganas también "nacían" en el solsticio de invierno : Helios (Grecia), Apolo (Roma), Mitra (Persia), Huitzilopochtli (Tenochtitlan)... Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del "Natalis Solis Invicti" (Nacimiento del Sol Invicto), en honor a Apolo. En aquel entonces, el solsticio de invierno ("bruma") tenía lugar efe

Hoy "celebramos" la Asunción de la Virgen, una de las fiestas más antiguas y arraigadas de nuestra cultura (y que tanto nos anima el veranito). Sin embargo, el hecho que se recuerda no fue declarado dogma por la Iglesia hasta hace muy poquito, en 1950..., veinte siglos después del supuesto suceso. No celebramos una gran victoria, ni un gran descubrimiento para la humanidad. O quizá sí para algunos (o muchos): benditos locos a los que guardo cariño. Pero ya es hora de tomarse en serio este asunto: Hoy se conmemora que una mujer, María, la virgen madre del hijo de Dios, fue elevada al cielo en cuerpo y alma (no queda claro si viva o muerta). Roma (la Iglesia) advierte seriamente a quien ponga en duda este dogma, aunque el hecho no aparece de ningún modo en las sagradas escrituras y era desconocido para los primeros cristianos, que más bien hablan del entierro de la Virgen en Jersusalén, en el año 48 d.C. En fin, Roma para los romanos. No obstante, rindo pleitesía a la tradi

Vivimos en este mundo preocupados por comer bien, por salir de fiesta, por pagar una hipoteca, por tener pareja, por dar buena imagen, a menudo temerosos de dioses más o menos inventados, deseosos de una felicidad más o menos mundana, esperando un futuro mejor; mientras ahí fuera, indiferente a nuestros deseos, el sol, verdadero dios, verdadera causa de nuestra vida, de todos los placeres humanos y de nuestra felicidad, planea el fogoso instante en el que nos borrará irremediablemente del mapa.

El mundo sería un lugar mejor sin tramposos como Lance Armstrong. Probablemente sería un mundo sin seres humanos en él. Hoy creo menos que nunca en los ricos, en los poderosos, en los ambiciosos... Hoy creo menos que nunca en Dios.