Mulier homini lupus

¿Cuán rencorosa alcanza a ser una mujer orgullosa?

En esta noche tan apocalíptica me apetece hacer mi pequeño homenaje al anecdótico día de los seises poniéndome un poco bestia, que es lo propio, y no rezando ni tratando de arreglar el mundo, ni suplicando perdón al cielo ni similares pamplinas de beatas.

Pues bien. Creo haber encontrado la verdadera naturaleza del tan mentado "anticristo", por lo menos en lo que al día a día nos afecta, en esa afortunadamente poco común (por esto sí que rezo) clase de mujer que, víctima de la más leve afrenta varonil, no responde a disculpas y torna en rencor lo que antes aparentaba ser devoción y respeto, y no era más que un lujurioso encaprichamiento envuelto, eso sí, de falso respeto, de falsa admiración: de anhelante envidia en definitiva. Como el buscabroncas que espera el más mínimo gesto de su estúpida víctima para desatar toda su ira, este peculiar anticristo fémino y sofisticado no entiende de palabras y paga su propia carencia estimativa con la mayor indiferencia y rencor hacia los demás. Ni siquiera la música, el gran antídoto universal, hace mella en estas miserables fieras.

El orgullo y el rencor desatados no casan bien y precipitan a la mencionada individua en una espiral de odio "ad hominem" que irremediablemente se vuelve contra ella. No tiene límite, por lo que su rutinaria existencia acaba acercándola a la frontera de lo demoníaco (ecce quid!). No siente vergüenza y, enferma de vanidad y soberbia, acaba sumiéndose en la náusea existencial.

Frenar a tiempo esa desbocada ansia de rencor, fruto de un malconcebido orgullo, es la única forma de no convertirse en una odiosa imbécil del definido estilo para nadie.

Hay una máxima que puede ayudar: "De lo que se siembra se come".

Gracias

Comentarios

  1. Pues sí debe de ser mala esa mujer con la que te has topado.

    Podías escribirnos algo de música, alguna recomendación o reflexiones

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El circo del odio

El sentido natural de la Navidad

El demonio ha muerto... cuidado