De rubias o morenas

Una vez, hace tiempo ya, Repugnancio Chulapas, la persona más nauseabunda que he conocido en mi vida, me miró, con su habitual gesto de pedante resabido, y me dijo: "Pero si tú eres más de rubias". Me pareció una intromisión en mi intimidad tan inoportuna y un acto de necedad inmediata tan sublime que me dejó sin palabras. Esta noche, por fin, tengo palabras y pienso: ¿Qué tendrá que ver el color del pelo para que te guste una persona?

Este tío era (y seguirá siendo) así con todo. Pero, ¿por qué hay gente que, sin base previa, sin ton ni son, abre la boca? ¿Por qué hay quien alardea de conocerte más que nadie, que cree que sabe lo que piensas, lo que vas a hacer o a decir, lo que te gusta y, pese a conocerte poco o nada, sigue creyendo que puede opinar sobre los gustos, las creencias o los valores de uno, y vaticinar y explicar todo sobre tu vida, como si cada estupidez que esputa por la boca fuera ex cátedra? ¿Por qué la justicia divina no castiga a estos psicoanalistas de porrito y pandereta con un bozal que les agarrote la lengua y la garganta cada vez que vayan a abrir la boca?

Volviendo al tema: Nunca he hecho distinciones entre chicas por su color del pelo. Qué estupidez. Y sigo con la morena.

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